miércoles, 10 de abril de 2019

Reto 4 eMOOCion y teatro

RELATO DE UN DÍA DE EMOCIONES POSITIVAS

Música recomendada "Je veux", del grupo francés ZAZ.




Era un día laboral de primavera que me  desperté antes de que sonara el despertador. Increíble pero cierto, por lo extraño y por la sensación de estar completamente descansada. ¡Qué felicidad noté mientras me estiré con un gran bostezo, de esos de cuerpo entero en los que estiras cada milímetro de tu cuerpo…!

Al contrario que otros días, pude llevar a cabo el desayuno de forma sosegada y tranquila, degustando cada trocito de tostada con aceite y tomate y cada sorbo de zumo de naranja.

Como tantos otros días, estuve en clase; pero ese día no fue un día cualquiera. Llevábamos dos semanas trabajando en 4º de la ESO un proyecto relacionado con un proyecto sobre la célula. Ese día cada grupo iba a entregar su maqueta. Según entro por la puerta veo unas maquetas muy logradas, en las que se utiliza material reciclado y códigos QR. Todavía sin verlas de cerca no pude controlar la sorpresa y alegría de los trabajos tan bien ejecutados. De hecho el alumnado me devolvió también este gesto… No pudieron reprimirse y enseguida comentaron la expresión de mi cara: sonrisa abierta en boca y ojos (sí, los ojos también sonríen)… Poco a poco hicieron sus exposiciones, llevadas a cabo de con merecido orgullo (mirada  fija y serena, posición corporal recta) y recibieron con alegría la retroalimentación recibida, mientras los ojos y su sonrisa ocupaban sus caras… Sus pensamientos hacían eco: ¡Qué gran recompensa realizar un trabajo bien hecho!

Ese mismo día, por la tarde salí a hacer deporte. En el camino me encontré con un familiar lejano y nos detuvimos a charlar de lo divino y de lo humano. En nuestra conversación me preguntó: ¿”cómo te sientes al tener una sobrina que parece tu hija?”. En esos momentos, como dirían mis amigos, “me llené de orgullo y satisfacción”, emitiendo una gran sonrisa y mostré de manera más exagerada mi mentón. Pero extraño a la vez que cierto, simultáneamente me ruboricé: noté cómo las mejillas de mi rostro enrojecían)… A continuación bromeé al respecto (“fíjate, y sin pasar por 9 meses de embarazo”), y ambos nos reímos a carcajadas, dejando entrever la parte más  íntima de nuestras bocas…

Esa misma noche, quise continuar segregando endorfinas… Para ello finalicé la cena con un pedacito de chocolate negro…

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